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La Guerra Fría de la sanidad

La nueva normalidad hacia la que nos encaminamos va a requerir que el prisma para abordar nuevos escenarios adquiera una remodelación a fondo del sistema sanitario.

Como en la Guerra Fría, nuestro Sistema Nacional de Salud de forma clásica no es más que la suma de dos bloques: por un lado, profesionales; por el otro población. Pero la oportunidad histórica de cambio continua y el error sería buscar una confrontación, un choque de trenes entre ambos elementos. Al final es como la propiedad conmutativa: el orden de los factores no altera el producto.

Algunos equipos, conscientes de la incertidumbre que trae consigo la planificación de los próximos meses, están trabajando desde hace ya varias semanas en estrategias para adaptar su funcionamiento a esta otra realidad. El cortoplacismo ahora es condición sine qua non para confeccionar una nueva forma de trabajar a todos los niveles.

La estrategia principal sería adaptar las acciones de forma que se busquen soluciones ágiles y flexibles que permitan ir cambiando el modelo en función de las necesidades que vayan surgiendo. Todo orientado a conseguir llegar a un equilibro.

Durante el estado de alarma sanitaria, nunca antes vivido en democracia en España, hemos venido viviendo al día, siguiendo las actualizaciones de los datos que ofrecía el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social para saber a qué nos estábamos enfrentando.

El modelo de salud sobre el que se cimentaba la atención sanitaria ha sufrido uno de las mayores, si no la que más, correcciones de rumbo a nivel global. La atención individualizada ha dado paso a la colectiva y como cabría de esperar en una situación de este tipo, todo lo demorable ha acabado por dejar paso a lo estrictamente urgente. Pero todo exige co-responsabilidad.

Una co-responsabilidad que ahora que los centros de Atención Primaria empiezan a hacer tests PCR, destinados a pacientes que presentan síntomas y que se deberán hacer bajo criterio médico, veremos si la picaresca hace de las suyas.

La complacencia tiene las horas contadas.

Aquello que no aporte valor, ni a la práctica clínica ni al paciente en sí, no tiene sentido.

La atención a la cronicidad, la gestión de la demanda y, sobre todo, el evitar en todo lo posible que la población acuda a los centros de salud y hospitales siguen siendo, a día de hoy, una máxima a cumplir (aunque algunos sigan empeñados en no quererlo entender)

Las novedades que han ido surgiendo, como por ejemplo la integración de la receta de los mutualistas de MUFACE en la receta pública cotidiana, han sido algunas de las mejoras encaminadas a optimizar cosas innecesarias. De hecho, hasta hacía tres meses había quien aseguraba que era algo imposible de conseguir.

Algunos de estos cambios, que en realidad han sido mejoras, sería aconsejable que perduren, visto que hasta ahora no se habían llevado a cabo por inercia o por falta de voluntad política y más aún por el hecho de que son extremadamente útiles.

Ahora más que nunca, la unidad de todos es muy necesaria dado que un rebrote podría aumentar la catástrofe hasta límites incontrolables. De hecho, esta misma semana Corea del Sur ha declarado uno con más de 5.000 nuevos infectados.

Asuntos como la ley de la asistencia sanitaria inversa o el principio de subsidiariedad dentro de los equipos de salud van a resultar imprescindibles. La adquisición de nuevos roles por parte de los profesionales, del primero al último, no sólo va a poner de manifiesto una vez más su compromiso profesional, si no que además se traducirá en una organización más multidireccional.

El papel de los líderes tiene que corresponderse y ser proactivo con lo que pidan a la masa social de sus organizaciones. No hay otra forma.

Las nuevas tecnologías ya están jugando un papel destacado y hay que hacer llegar tanto a profesionales como a pacientes conocimientos y herramientas poder desarrollar esa otra realidad y se consolide. La atención no presencial empieza a cobrar una importancia capital, también de cara a la sostenibilidad del propio Sistema, y de la que ya hemos hablado en otras ocasiones en varios artículos.

Pero como en todo, la historia recordará a aquellos que estuvieron a la altura mientras otros lo utilizan como arma política pensando que la culpa es de otros. Al fin y al cabo, esto iba de bloques.