Cuando el río suena…

Hoy publico un artículo que me ha costado escribir más de lo que me esperaba. Es de esas publicaciones en las que las ideas me vienen más rápido de lo que soy capaz de teclear, y será éso lo que me está haciendo reestructurar a golpe de párrafo lo que aquí cuento.

Vamos camino de que empiece a convertirse en una costumbre el dar la réplica a Miguel Ángel Máñez de vez en cuando.

En esta ocasión, a raíz de este artículo que publicó en su web a finales de julio y que habla sobre los administrativos de la salud.

Como puntualización personal nunca me ha gustado la expresión con la que de forma recurrente se refieren algunos al colectivo de administrativos de la salud. Esa con la que parece que aparentemos ser algo que no necesitamos.

Los administrativos de la salud son la puerta de acceso al Sistema sanitario.

A mi modo de ver el acceso al Sistema Nacional de Salud (SNS) recae en quien siempre debió y debería ocupar la posición central, los usuarios del mismo y de su situación administrativa (valga la redundancia).

La llave no es propiedad de los administrativos, que en ningún caso son los jueces que deciden si una persona tiene o no derecho a recibir cualquier prestación del Sistema, independientemente de que acredite o no cobertura sanitaria alguna.

Tal y como he dicho en muchos otros foros, la figura del administrativo de la salud tiene un problema de base que precede a todo lo que se relaciona con el reconocimiento a la labor que desempeña y a la importancia de sus funciones, que no es otro que el respeto. Por tanto, una organización sanitaria que no se enorgullece de su personal administrativo, que lo esconde e intenta mantenerlo al margen del grupo así como ocultar su importancia, es una entidad débil.

Las organizaciones, movidas por la tesitura social y política de los últimos tiempos, han virado hacia un clima más social e integrador. Pero lo que sigue costando es que el colectivo de los administrativos de la salud quede integrado en el conjunto de las entidades, y en consecuencia, de la totalidad del equipo.

Del mismo modo, las organizaciones sanitarias, al igual que se esfuerzan en ‘educar’ a la ciudadanía sobre otros muchos menesteres, deberían contribuir al reconocimiento del personal de Administración. Pero ésto es algo cultural y se necesita voluntad y predisposición al cambio. Lo suyo es saber quién está dispuesto a dar un paso al frente.

Por otra parte, durante el periodo estival he leído varios artículos relacionados con agresiones a sanitarios, reconocimiento del personal sanitario como autoridad pública, etc…; pero no he encontrado nada que hiciera alusión a administrativos del SNS con la misma denominación, al menos no de forma explícita.

Como reseña, podéis acceder a los datos del informe de la Organización Médica Colegial publicados a finales del pasado mes de mayo de la 5ª Encuesta sobre la situación de la profesión médica en España.

Otro ejemplo, en marzo de 2018 la Comunidad de Madrid lanzó un anteproyecto de Ley de Autoridad de los Profesionales del Servicio Madrileño de Salud, especificando que se refería a profesionales sanitarios, publicado además en el Portal de Transparencia de la Comunidad con el objetivo de recabar información de los posibles destinatarios. Se aludía, además, a datos de 2016 de la Organización Médica Colegial y del Consejo General de Enfermería.

El Síndic de Greuges presentó en 2017 un escrito al Parlament de Catalunya sobre agresiones a personal sanitario y no sanitario, lo cual fue un precedente dado que equilibraba la balanza entre estas dos tipologías de profesionales. Los actuales protocolos de agresiones del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya son insuficientes tal y como señalan muchos profesionales del Institu Català de la Salut.

Pese a todos estos ejemplos, la realidad es que en ningún caso de los anteriores se menciona que al administrativo sanitario o de la salud se le reconozca la condición de autoridad pública. Así las cosas, cuesta pensar que todos los profesionales del ámbito sanitario estén en igualdad de condiciones en lo que a agresiones se refiere. Por lo tanto, el Sistema es altamente mejorable cuando ya hay fisuras en algo tan esencial.

Será que hay agresiones de primera y de segunda división.

Lo que sí está claro es que si un médico, un enfermero y un administrativo acceden a un puesto de trabajo por las mismas condiciones, por oposición pública por ejemplo, no se entiende que a los últimos no se les reconozca una autoridad pública. ¿Por qué? Será por no estar colegiados…

Hablaba el bueno de Máñez sobre la importancia de implicar a los administrativos en los nuevos proyectos que la organización emprenda, pero no parece casual que se les deje de lado a la hora de implementar medidas directamente relacionadas con sus funciones o situación laboral; o dicho de otro modo, las medidas les caen impuestas en la mayoría de casos sin opción de réplica.

Además en la mayoría de los casos los profesionales de los servicios de Administración encuentran grandes impedimentos e inconvenientes para desarrollar proyectos desde sus centros de trabajo, y de haberlos son excepciones que confirman la regla. La evolución se antoja complicada.

Habría que buscar fórmulas que incentiven a los administrativos, que les estimulen y que apoyen su evolución, empezando por la propia entidad de la que forman parte.

Por otro lado, seguir negando la mayor y no reconocer la figura de los administrativos de la salud como agentes comunitarios, despojarlos de su criterio profesional, negar que lo tienen o ningunearlo, así como no posicionarlos como elementos necesarios del Sistema, seguirá yendo en contra de todos los implicados.

Hemos de tener en cuenta el handicap de que en la mayoría de los casos, el administrativo no tiene capacidad de decisión, que no puede optar a cargos de responsabilidad en la mayoría de casos, ni puede desarrollar iniciativas que contribuyan a aumentar su importancia, tanto de forma interna como externa.

Pero no todo va a ser consecuencia de los demás.

Creo que hoy existen fórmulas para que los administrativos aumenten su visibilidad, conecten con compañeros y puedan encauzar su posicionamiento ante el gran público. ¡Hay que moverse!

De no hacerlo, estos profesionales estarán dando argumentos de peso para que sea más coherente y fácil  llegar a la conclusión de que son una figura estancada dentro del océano de la sanidad.

 

5 comentarios en “Cuando el río suena…”

  1. Buen artículo.!
    Dos temas, uno comentar que a mí lo de «la autoridad pública» me la repampimfla» no es mi objetivo, ni creo sea nuestra prioridad.
    Para mi lo más importante es que efectivamente se estimule a nuestro colectivo y sobre todo APOYAR LA EVOLUCION, y a partir de aquí nosotros a creérnoslo y a darlo todo.
    Tal como tu dices, afortunadamente hoy disponemos de fórmulas para conectar entre nosotros, hacernos fuertes, motivarnos y hacernos visibles.
    Debemos seguir en esta línea

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